El olivo era un árbol totémico en la Antigua Grecia y su origen mítico se debía a Atenea, diosa de la justicia y la sabiduría.
La diosa plantó el olivo en la Acrópolis para detener el mar salvaje y a Poseidón. Y se transformó en la semilla del conocimiento que llevó a Atenas a su edad de oro.
Es la perfecta metáfora de como el conocimiento filosófico, el humanismo y el arte libra una encarnizada batalla contra la ignorancia, la apatía e incluso el frio conocimiento técnico.
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